La secta de los hermanos Hernández marcó un capítulo oscuro en México durante 1963, con asesinatos y rituales sangrientos en Yerbabuena, Tamaulipas. Liderada por Magdalena Solís, esta organización engañó a una comunidad vulnerable, prometiendo riqueza y poderes divinos. Sus prácticas, que incluían sacrificios humanos, dejaron al menos ocho víctimas.

En apenas seis semanas, la secta pasó de estafa a culto mortal, manipulando a los habitantes de un pueblo analfabeto. Este artículo detalla los orígenes, crímenes y desenlace de este caso, basado en reportes oficiales y entrevistas posteriores de sobrevivientes.

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Orígenes y manipulación de la secta de los hermanos Hernández en los años 60

A finales de 1962, los hermanos Santos y Cayetano Hernández llegaron a Yerbabuena, un pueblo aislado de 50 habitantes. Presentándose como profetas de dioses incas, prometieron tesoros ocultos a cambio de tributos económicos y sexuales. Aprovecharon la pobreza y el analfabetismo para fundar la secta de los hermanos Hernández.

En 1963, tras creciente escepticismo, reclutaron a Magdalena Solís, una joven de Monterrey, y a su hermano Eleazar. Solís, proclamada reencarnación de la diosa azteca Coatlicue, asumió el control con rituales que mezclaban narcóticos y violencia. Su liderazgo intensificó la explotación y marcó el inicio de los asesinatos.

Diosa Coatlicue
Diosa Coatlicue

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Escala de violencia y rituales de sangre

Rápidamente, la secta de los hermanos Hernández derivó en prácticas mortales. Cuando dos miembros intentaron abandonar el grupo, Solís ordenó su sacrificio, y el culto los linchó. Este evento desencadenó rituales de sangre, donde golpeaban, quemaban y mutilaban a disidentes antes de desangrarlos para beber su sangre mezclada con marihuana.

Durante seis semanas, la secta de los hermanos Hernández asesinó a cuatro personas más, extrayendo sus corazones en ceremonias basadas en mitología azteca. Solís justificaba los sacrificios como necesarios para la inmortalidad divina, según reportes policiales de la época.

Ritual azteca
Ritual azteca

Desenlace y consecuencias de la secta de los hermanos Hernández

En mayo de 1963, un adolescente de 14 años, Sebastián Guerrero, presenció un ritual y alertó a la policía. Un oficial, Luis Martínez, lo acompañó a investigar, pero ambos fueron asesinados. Este hecho llevó a una redada el 31 de mayo, donde arrestaron a Magdalena y Eleazar Solís. Santos Hernández murió resistiendo, y Cayetano ya había sido asesinado por un sectario.

Tras la redada, hallaron los cuerpos mutilados de Guerrero, Martínez y seis víctimas más. Magdalena y Eleazar recibieron 50 años de prisión por dos asesinatos, mientras que otros miembros enfrentaron 30 años, según archivos judiciales. Este grupo dejó una huella de terror en Yerbabuena.

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Lecciones de la secta de los hermanos Hernández para prevenir el crimen

La secta expuso cómo la vulnerabilidad social facilita la manipulación. Autoridades deben priorizar educación y desarrollo en comunidades marginadas para evitar casos similares. Se reportó que el analfabetismo influyó en el 80% de los seguidores captados.

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