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Desayuno “Besties” y la Lista Marco: Entre jugos orgánicos y personajes inolvidables

Un desayuno y la Lista Marco
Un desayuno y la Lista Marco

Pues resulta que esta vez el cafecito de siempre y la cantinita de nunca las cambiamos por el desayuno en “Besties” —sí, ese lugar donde el pan viene con certificación de yoga y el café tiene más filtros que influencer en Instagram. Un sitio diseñado para señoras encopetadas, esposas fit y fanáticas del “ay, no como huevo entero, solo la clara”, con tlacoyos gluten free y jugo de naranja exótica, de esa que solo encuentras en la Central de Abastos si llevas código secreto… y tres contactos.

Todos llegamos puntuales, como si por cada minuto nos fueran a abonar puntos Infonavit. El primero en aparecer fue El Monkiki, luciéndose con un deportivo que hacía más ruido que candidato en cierre de campaña —de esos autos que solo tienen los sugar, o como diría la tía Mabe, que no critica, comenta con preocupación:

—Esa no es envidia, es coraje del bueno. ¡Jesucristo vencedor!

Luego llegó El Dálmata, manejando una minivan disfrazada de todoterreno, cortesía del régimen matrimonial que también le autoriza el uso limitado de libertad.

Y cerrando con broche de oro, El Agonías hizo su entrada triunfal montado en su caballo de acero BMW, con cilindrada que haría llorar de envidia a cualquier repartidor de Didi.

Nos asignaron mesa “con vista privilegiada”… al peor congestionamiento de la ciudad. Entre claxonazos, aromas de smog y un camión que parecía dragón echando hollín, intentamos mantener la compostura mientras llegaban los menús con nombres de platillos que requerían traductor del náhuatl al noruego.

Y fue justo ahí, entre sorbos de café con leche de almendra y bocados de avena sin avena (porque ya nada tiene sentido), que El Dálmata, en una rareza digna de eclipse solar, tomó la palabra:

—¿Se imaginan que existiera una lista VIP para mexicanos de altísima probidad que emitiera el gobierno de los Estados Unidos? Así tipo visa gold: pase exprés en aduanas, beneficios fiscales, créditos hipotecarios sin comprobante de ingresos… y hasta chance de tener tu casita en Miami Beach. Podríamos llamarla “La Lista Marco”, en honor a Marco Polo —que, según, era “Rubio”—. Porque hasta los países desarrollados necesitan sus souvenirs de la clase política mexicana.

Te invitamos a leer: Lista Marco de políticos vinculados al narco: ¿está tu gobernador?

El Agonías, inflando el pecho con su superioridad habitual, preguntó:

—¿Y a quién meterías en tan distinguida lista?

—No a cualquiera —se respondió él solito, sin esperar réplica—. Tendrían que ser personas de integridad intachable, como exdirectores de CFE o exgobernadores poblanos… ya sabes, esos dechados de virtud.

—¡Claro, clarísimo! —interrumpimos todos, entre risas y sarcasmos.

El Monkiki, que no deja pasar una sin salpicar ironía, preguntó:

—¿Y a quién más se te ocurre, oráculo de la moral?

El Dálmata, sin soltar el tenedor, respondió con seriedad:

—También incluiría a exsecretarios de Seguridad Pública de Puebla… de esos bien rosas y nombres bien fecundos. Ya sabes, puro historial limpio, como expediente de funcionario recién lavado.

—¡¿Y por qué no a gobernadores en funciones?! —añadió El Agonías.

—¿Como quién? —preguntamos al unísono.

—No sé… el de Sinaloa, la de Baja California… o la de Guerrero. Total, México está lleno de ejemplos de ética viva.

En eso, yo —porque a veces hablo— dije:

—¿Y la gobernadora de Tlaxcala?

Silencio.

Todos voltearon con cara de “¿quién te dejó hablar?” y soltaron:

—¿A poco existe?

Y en ese instante me abstraje. Pensé en lo difícil que debe ser hacer una lista así. Ser mexicano y que te reconozca otro país —porque el tuyo nomás no— debe sentirse como cuando te felicita el vecino por lo bien podada que está tu banqueta… y en tu propia calle te reclaman por haberlo hecho sin permiso.

Y justo cuando el existencialismo me tenía atrapado, El Agonías me despertó con un grito:

—¡Pianchini, ya llegó tu desayuno! Aquí se viene a comer y a platicar, no a filosofar.

Y ahí quedó todo.

De hablar en serio ya ni hablamos. Mejor comimos. Porque, como suele decir el tío Chocho —en homenaje al sabio tío George—:

Platica, poblano… en lo que yo te gano.

Viajero frecuente estrella roja