La noche del 10 de agosto de 2019, la inteligencia militar encendió las alertas: en una finca cerca de La Estanzuela, en Teuchitlán, elementos de la Guardia Nacional hallaron varios cuerpos calcinados y decenas de zapatos desperdigados. Esta información sería la prueba de que las autoridades federales sabían de Teuchitlán desde ese año.
El informe, enviado por el sistema S2, fue dirigido directamente a las oficinas del Secretario de la Defensa, del Subsecretario y del Jefe del Estado Mayor.
Tres días después, un segundo informe describió el hallazgo de dos cuerpos más, parcialmente consumidos por fuego en otro punto del mismo municipio.
Aunque no se aclaró si se trataba de los mismos cadáveres, los reportes confirmaban la gravedad del escenario: Teuchitlán era un punto rojo del horror.
Militares sabían de Teuchitlán y no actuaron
Documentos revisados por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) confirman que la Sedena recibió toda la información.
Correos electrónicos internos revelan que los reportes llegaron a siete direcciones identificadas con la clave DN1, asociada al titular de la Defensa y su entorno.
Los documentos también fueron enviados al jefe del Estado Mayor, al Subjefe de Logística (entonces Ricardo Trevilla Trejo, actual titular de la Sedena), y hasta a agregados militares en el extranjero. El crimen ya era de conocimiento de los más altos niveles… y sin embargo, nada cambió.
Los vecinos denunciaron… y tampoco hubo respuesta
El 11 de agosto de 2019, la Guardia Nacional también notificó a sus mandos de la aparición de un cuerpo calcinado, tras una denuncia ciudadana. El informe, clasificado como “extraurgente”, identificó al subinspector César Augusto Martínez como receptor del aviso vía C4.
La población pedía ayuda. El gobierno, en cambio, parecía mirar hacia otro lado.
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Tiradero de cuerpos: 17 bolsas a 13 kilómetros
Un mes después, en septiembre de 2019, la Sedena y la Guardia Nacional localizaron 17 bolsas con restos humanos a solo 13 kilómetros del rancho Izaguirre, en la carretera Ameca-Guadalajara. Dentro, había restos de al menos ocho personas, según reportes enviados directamente al secretario Sandoval.
La escena se completó con una fosa clandestina que, días después, revelaría otros dos cuerpos en estado de descomposición. La lluvia impidió avanzar más en la excavación. La impunidad sí avanzó sin obstáculos.
El infierno tenía nombre: Rancho Izaguirre
La historia volvió a estallar en marzo de 2025, cuando el colectivo Guerreros Buscadores localizó restos óseos, ropa, mochilas y maletas en el rancho Izaguirre. Todo indicaba que era un centro de exterminio del crimen organizado. La cercanía con los hallazgos de 2019 apunta a un solo hecho: todo estaba conectado.
La Fiscalía de Jalisco confirmó en marzo de 2025 la detención de un expolicía de Tala involucrado en la desaparición forzada de una persona en ese mismo rancho. Hasta hoy, tres exagentes de ese municipio han sido vinculados a proceso por el caso.
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