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Posted inEl Cuarto Propio

El fútbol ¿el juego del hombre?

El futbolista Dani Alves fue acusado de abuso sexual
El futbolista de 39 años está acusado de abusar sexualmente de una joven de 23 años en una disco de Barcelona

Y como si la gran brecha salarial, la desigualdad en las oportunidades para niñas, jóvenes y mujeres no fuera poco, la semana pasada el trago amargo de machismo no sólo del fútbol sino de gran parte de la sociedad, nos lo dio Dani Alves.

El futbolista de 39 años está acusado de abusar sexualmente de una joven de 23 años en una disco de Barcelona, y pareciera que la simpatía que tiene el jugador lo hace “inocente” y como siempre en estos casos las especulaciones que giran en torno a la víctima.

Desmenucemos un poco lo que ha sucedido en estos días; tras la noticia de que el jugador fue denunciado por la joven, no faltó quien dijera que él no era capaz de violar (y cuando digo no faltó es la mayoría); que no “necesitaba” llegar a eso para obtener sexo de una mujer, puesto que “le llovían bastantes chicas”, entonces el primer punto aquí es: ¿Hay quienes sí tienen la “necesidad de violar”? Si Dani Alves no la tiene, entendemos que hay quienes sí, o el “argumento” sería que “nadie tiene la necesidad de violar”.

Conceptualizar que hay quienes violan porque lo necesitan es algo muy grave, que va atado a la conceptualización del sexo como un derecho del hombre. Como una necesidad que tiene y a la que la sociedad tiene el deber de satisfacer. Si se cree que Dani Alves no tiene la necesidad de violar es porque “muchas chicas se irían con él a la cama encantadas”. Es decir: ¿por qué va a violar si ya tiene la opción de tener sexo?, como si violación y sexo fuesen cosas que podemos intercambiar. También hay quien añade que tiene el dinero para ir a las mejores “profesionales” del mundo (prostitutas). De nuevo, vemos que la conceptualización de “sexo” de estas personas está llena de misoginia y de violencia machista.

Algo que hay que puntualizar es que pareciera que el fútbol y sus jugadores son intocables, con todo lo que mueven los grandes patrocinadores y las evidencias de depredadores anteriores, que han salido “victoriosos” de acusaciones similares. Tal es el caso de Robinho, condenado en 2017 a nueve años de cárcel y multa de 60,000 euros por violar a una mujer en una discoteca italiana y que escapó a Brasil sin cumplir pena alguna; o de Cristiano Ronaldo acusado en 2009 en Estados Unidos de una violación anal, caso que se cerró con acuerdo extrajudicial; Karim Benzema, condenado a un año de cárcel y 75,000 euros por chantaje con un vídeo sexual a otro jugador; o el asalto sexual a una empleada de Nike por el brasileño Neymar, que le valió el fin del contrato con esa marca tras otra denuncia de violación que Brasil archivó.

Si Dani Alves va a la cárcel no es solo por la denuncia de la joven, sino por el buen protocolo en la discoteca Sutton, a la minuciosa instrucción policial y a las contradicciones del futbolista ante la jueza, y eso sentaría un presedente de que la justicia debe empezar a escuchar a las sobrevivientes de violencia, que los países deben tener protocolos efectivos, y de que el fútbol TIENE que erradicar el machismo y dar un duro golpe a esa la cultura de la violación, que tanto hemos visto en este deporte.

También reflexionemos de todo lo que se le pide a la joven, pruebas, videos, testimonios, y además se les tacha de “oportunista”, como bien lo decía en la columna anterior, a las mujeres SIEMPRE se nos quiere puras y castas, así que ella ha renunciado al derecho de indemnización, la víctima y denunciante expresó a la magistrada que no quería ejercer el derecho de la compensación por lesiones y daños morales; además destacó que su objetivo en el proceso legal era buscar justicia por la agresión sexual de Alves. ¡Que cruel nuevamente es el sabor a la justicia!, en dónde tenemos que renunciar al derecho de ser compensadas y llevar ese peso económico solo por el hecho de que nos crean.

Lo más lamentable del caso es que otra vez tenemos que ser nosotras, las mujeres, quienes debemos señalay e intentar acabar con el escándalo que los hombres parecen no ver o dar por bueno, el escándalo de la diferencia de sueldo, de atención, de trato en el fútbol, el deporte que efectivamente parece ser sólo “un juego de hombres”.

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