El reciente caso de linchamiento en Taxco, desencadenado por el feminicidio de Camila, una niña de apenas ocho años, ha vuelto a poner sobre la mesa una realidad desgarradora que a menudo preferimos ignorar: la violencia desmedida que permea nuestra sociedad.
El linchamiento de la presunta secuestradora, que resultó en su muerte a manos de una multitud enfurecida, no puede justificarse bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, este acto extremo refleja el profundo hartazgo y la desesperación que mucha gente experimenta ante la impunidad y la falta de justicia.
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Es crucial reconocer que el linchamiento no es justicia, sino una manifestación brutal de la rabia y la frustración acumuladas ante la ineficacia del sistema judicial. Es comprensible sentir indignación y dolor ante el asesinato de una niña inocente, pero debemos resistir la tentación de tomar la ley en nuestras propias manos.
La violencia solo engendra más violencia, y el linchamiento no hace más que perpetuar un ciclo de dolor y sufrimiento.
México se enfrenta a una crisis de violencia sin precedentes, y el fenómeno del linchamiento es solo una manifestación más de esta realidad alarmante. Según investigadores de la UAM, se han registrado mil 619 casos e intentos de linchamiento entre 2016 y 2022, lo que equivale a un promedio de 22.4 incidentes por mes.
Estas cifras son un síntoma claro de un país que ha perdido el rumbo, donde la desconfianza en las instituciones y la falta de acceso a la justicia son moneda corriente.
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El patriarcado y la cultura machista que permea nuestra sociedad son factores clave que perpetúan la violencia contra las mujeres y las niñas. Es urgente que trabajemos juntxs para desmantelar estas estructuras de opresión y construir una sociedad más justa e igualitaria para todas y todos.
Debemos trabajar en la erradicación de todas las formas de violencia de género y la construcción de un mundo donde las mujeres puedan vivir libres de miedo y violencia. Esto implica no solo reformas legales y políticas, sino también un cambio profundo en las mentalidades y las actitudes de la sociedad en su conjunto.
En última instancia, el linchamiento en Taxco nos obliga a reflexionar sobre el tipo de sociedad que queremos ser. ¿Queremos ser un país donde la violencia y la venganza sean la norma, o aspiramos a construir una sociedad basada en el respeto, la justicia y la solidaridad?
Es hora de tomar una postura firme contra la violencia en todas sus formas y trabajar para construir un México más justo y seguro para todas y todos pero sobre todo dejar de culpar a las madres, porque eso fue lo que se hizo con la madre de Camila, y eso no hace más que estigmatizar a las víctimas.
Quisiera que un día esta columna deje de llenarse de tanta rabia, indignación y tristeza por lo que sucede día a día en la sociedad, pero a veces pareciera imposible, mientras nos leemos en la siguiente columna, esperando mucha luz para la familia de Camila y para su amiga.