La participación ciudadana para ayudar a casos de extrema pobreza hace la diferencia para las personas más necesitadas y combate la discriminación y el bullying.
Ana y el señor López nacieron y crecieron en condiciones de pobreza. Se conocieron, se enamoraron y al poco tiempo decidieron casarse. Tenían una hermosa familia con tres hijos. Si bien faltaban muchas cosas en el hogar, sobraba amor y el deseo de salir adelante.
El señor López trabajaba como payasito en camiones y lugares públicos. Ana se dedica a juntar pet, ropa usada, fierros y cualquier cosa que puediera vender para ayudar a la precaria economía familiar.
Aún con todas sus carencias, eran una familia unida y feliz.
De pronto un día, Gabito —su hijo más chico— empezó a presentar una molestia en el ojo izquierdo. De primer momento no le dieron tanta importancia, pero luego de unos días, supieron que algo no andaba bien.
Llevaron a Gabito a una clínica del Sector Salud que está por la comunidad en donde viven. De inmediato lo canalizaron al hospital público de especialidad pediátrica.
Ambos padres estaban confundidos, no sabían qué tenía su hijo, pero al ser trasladado a ese hospital sentían que no podría ser nada sencillo. De pronto, se acercó a ellos un hombre de bata blanca, tenía el rostro desencajado y el entrecejo fruncido. Al verlo acercarse, la pareja se tomó de las manos y juntaron sus costados. El médico habló con voz seca y algo quebrada: “Su hijo tiene retinoblastoma”. No entendieron qué fue lo que les dijo, y ante su cara de extrañeza el doctor agregó: “cáncer en el ojo”.
En ese momento, algo dentro de Ana y el señor López se rompió. Sus cuerpos aún unidos empezaron a temblar casi de forma sincronizada, la preocupación que invadía sus almas les salía por los poros.
“¿Por qué a nosotros? ¿Porque a nuestro hijo? ¿Por qué a nuestra familia?” Y así un largo desfile de porqués pasó por ellos. Apenas tenían lo necesario para comer en el día a día, ¿cómo enfrentarían un cáncer?
El cáncer es una enfermedad que la tiene una persona pero la padece toda la familia.
Con esfuerzo, constancia, sacrificios y mucho amor, salieron adelante. En ocasiones caminaban desde su comunidad hasta el hospital, pero nunca faltaron a una cita.
Tristemente pasó lo inevitablemente, Gabito perdió el ojo izquierdo en su totalidad.
Hoy Gabito es un niño de 12 años que está estable en su salud física, pero que día a día sufre de su salud emocional.
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Imaginen a un chico de primero de secundaria, en una escuela pública, en la periferia de la ciudad, en condición de extrema pobreza, que le falta un ojo.
Las burlas, el bullying y la discriminación son su pan de cada día. ¿Un niño merece sufrir todo eso? Evidentemente no. Gabito es muy aplicado a la escuela, tiene buenas calificaciones, su discapacidad no lo limita para dar lo mejor de sí, y aún así, es imposible que no le afecte todo lo padece.
Gabito necesita una prótesis ocular para poder tener una vida más llevadera, para que esa salud física que va recuperando vaya acompañada de seguridad en sí mismo y salud mental.
Desafortunadamente los papás de Gabito no tienen los recursos para esa prótesis, que tiene un costo de $17,400. Afortunadamente existe gente de buen corazón que estoy seguro se sumarán para ayudar a cambiar la vida de Gabito.
Orden para prótesis ocular de Gabriel by Apartado Mex on Scribd
Rescoldos
Sí puedes apoyar con algo para llegar a la meta y comprar la prótesis que necesita Gabito, contáctame. Lo que sea, todo suma, pues cuando la necesidad es tan grande, no hay ayuda pequeña. Puedes contactarme al 2226142944.
Rafael Reyes Ruíz
@RafaActivista
