Porque yo, no, ya se había pasado de “María”, ¿no? y miren que no estoy en contra del uso medicinal ni lúdico de la planta en cuestión. Pero, en serio, ¿alguien va a extrañar a Vicente Fox?
Misógino y machista siempre fue y lo sigue siendo.
¿O ya se nos olvidó cuándo dijo que las mujeres somos “lavadoras con patas”?
Solo que en su momento la mayoría lo celebró y una minoría que sabía que eso no estaba bien, decidió levantar la voz.
Y no, la verdad es que el señor no llegó a la presidencia por ser el más educado. Por eso es que podíamos ver no solo errores de sintaxis, sino ortográficos y no “de dedo”, en sus publicaciones.
No, nunca fue un hombre culto, fue un fenómeno de la naciente mercadotecnia política en México y básicamente, nada más.
Fue un gran producto en su momento, y hasta ahí: El “presichente”.
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Sí, el que representó el cambio de partido pero que se montó nada más en la ola de las reestructuras del zedillismo y que medio hizo “que hizo”, pero nada más.
Ni arregló el problema de Chiapas en cinco minutos como prometió, es más han pasado 23 años y ahí siguen.
En campaña, aseguró que el cuidado de los recursos forestales durante su sexenio sería de “seguridad nacional” y terminamos su periodo como el quinto país con más deforestación a nivel mundial.
Prometió crecimiento económico del 7% y con trabajos llegamos al 2%.
Y así, podríamos continuar analizando lo sucedido durante el foxismo.
Lo que se mantuvo a pesar del paso de los años fue su machismo y su misoginia.
La manera en la que atacó a Mariana Rodríguez y cuyas palabras me niego a repetir, fue baja, insensata, incomprensible en pleno 2023.
Pero debemos agradecer que se acabó la perorata de un tipo al que gracias al cierre de su cuenta en X podremos llevar a dónde merece… al olvido. Ojalá Elon Musk no reconsidere su suspensión ni le permita volver.
¿Alguien va a extrañar a Vicente Fox? Porque yo, no.
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