CHACA-CHACA FINANCIERO: El pasado 26 de junio, el mundo financiero —versión México— se sacudió como tarjeta bancaria en cajero sospechoso. La Red de Control de Delitos Financieros de EE. UU. (FinCEN) emitió una denuncia de alto voltaje, al identificar a Cibanco, Intercam Banco y Vector Casa de Bolsa como entidades de “preocupación principal” en materia de lavado de dinero ligado al narcotráfico y al tráfico internacional de sustancias controladas. El informe, que no tiene nada de ligero ni de ambiguo, posiciona a estas instituciones en el ojo del huracán por presuntamente haber canalizado —con conocimiento o sin él— fondos vinculados al crimen organizado.
La gravedad del señalamiento radica en que FinCEN no lanza acusaciones a la ligera. Se trata del brazo financiero del Departamento del Tesoro que identifica, documenta y propone medidas contra los nodos que permiten el flujo internacional de capitales ilícitos. Y esta vez, México no solo aparece en el mapa, sino en la portada.
Aunque el gobierno mexicano reaccionó con diplomacia, negando cualquier conclusión precipitada y recordando que no se trata aún de un procedimiento judicial, la noticia encendió las alarmas entre inversores, reguladores y, por supuesto, entre los propios bancos señalados, que hoy buscan explicar lo inexplicable con comunicados que parecen escritos por abogados con insomnio y nervios.
En este contexto, abordamos el tema con la lupa enfocada en el análisis y, ni modo, con sentido del humor, porque cuando la banca se tiñe de sospecha… es hora de preguntarse si los billetes no traen más que tinta verde.
CRÓNICA DE UN BLANQUEO ANUNCIADO: En el gran teatro del narcotráfico internacional, hay actores de todos los rangos: desde el campesino que siembra amapola hasta el banquero que aprueba transferencias con aroma a pólvora y ganancias ilícitas. Esta semana, el Gobierno de los Estados Unidos volvió a poner el reflector sobre México, señalando a ciertas instituciones financieras por presuntos vínculos con operaciones de lavado de dinero provenientes del narcotráfico.
El reporte del Departamento del Tesoro no dio muchos nombres, pero dejó clara la película: cuentas en bancos mexicanos, transacciones sin justificación, y flujos financieros que parecen más bien cataratas de billetes sucios intentando parecer agua bendita. Para Washington, el dinero sucio no solo se lava en efectivo: también se limpia con transferencias trianguladas, cuentas espejo, fideicomisos generosos y arte moderno comprado en galerías de Polanco, sin omitir, por supuesto a las criptomonedas.
Entre 25,000 y 60,000 millones de dólares al año es el rango que estimó el propio Departamento del Tesoro de EE. UU. como monto lavado anualmente en México, la mayoría proveniente del narcotráfico.
De ese total, se calcula que más de 20,000 millones de dólares anuales cruzan la frontera desde EE.UU. hacia México, a través de efectivo, remesas disfrazadas, transferencias, casas de cambio, criptomonedas y comercio “fachada”.
Según la UIF (Unidad de Inteligencia Financiera), solo el 0.01% de las operaciones sospechosas reportadas en México terminan en una sentencia judicial. Esto refuerza la percepción de impunidad financiera.
Un informe del Brookings Institución (2022) advirtió que la infraestructura bancaria en México sigue siendo vulnerable a la infiltración del crimen organizado, debido a débil supervisión, uso de prestanombres, y baja cooperación internacional efectiva.
El mensaje fue claro para el que lo quiera entender, algunas entidades mexicanas han sido, voluntaria o negligentemente, lavanderías premium del crimen organizado. Y no es la primera vez. Casos como los del extinto Banca Confía en los 90, Casa de Cambio Puebla, y más recientemente Caja Libertad, forman parte de una larga tradición nacional de bancarizar lo inbancarizable… mientras nadie mira, o casi nadie.
El gobierno mexicano, por su parte, reaccionó como quien encuentra un paquete sospechoso en su puerta y dice: “No es mío, ha de ser del vecino”.
DE FONDO:
Voces autorizadas, como la de Nathan P. Jones, experto en crimen organizado y profesor de la Universidad Estatal Sam Houston, en Texas, en entrevista con medios estadounidenses señaló que: “Los flujos ilícitos de dinero entre México y EE. UU. no son una novedad, pero el hecho de que bancos formales sean señalados directamente por FinCEN marca un punto de inflexión. Si no hay consecuencias concretas, se normaliza la complicidad institucional.”
Más cercano, en este México nuestro (es un decir), el fallecido analista Alejandro Hope, advirtió, en su momento, en referencia al papel de las instituciones financieras frente al crimen organizado que: “El dinero del narco no se esconde en sacos de yute ni en caletas… se integra al sistema financiero como si fuera inversión extranjera.”
(Alejandro Hope, 2018, columna en El Universal) … parece que tenía razón.
DE FORMA:
Cuentas Claras… Y Dinero Oscuro. Aunque en el discurso oficial se insiste en el combate al lavado de dinero, la realidad muestra grietas. La Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) ha tenido avances, pero también escándalos. Por momentos parece más interesada en investigar a opositores políticos que en seguir el rastro del narcodinero.
Mientras tanto, las regulaciones antilavado (como las famosas Leyes PLD) son rigurosas con los pequeños empresarios, pero bastante elásticas con quienes llegan a la sucursal con portafolios sospechosamente gordos. En los hechos, llenar el formulario “Conozca a su cliente” sirve para identificar al que paga puntual el crédito automotriz, pero no al que maneja millones en efectivo desde un bar sin clientes.
Por si fuera poco, el uso de criptomonedas, cuentas en paraísos fiscales y figuras jurídicas opacas facilita el deslizamiento del narcodinero a través del sistema financiero formal. Y, por si esto fuera poco, la falta de coordinación entre autoridades mexicanas y estadounidenses convierte los operativos en conciertos desafinados: cada quien con su ritmo y sin partitura común.
DEFORME:
Dicen que en México el crimen organizado es tan organizado, que ya tiene su propio departamento de finanzas, su sistema contable y hasta ejecutivos bilingües que manejan inversiones en Wall Street. ¿Quién dijo que el narco no innova?
A raíz de las declaraciones del FinCEN, el mexicano común, que pone espalda vieja y chistes nuevos a cada situación crítica, inundó las redes sociales con resiliente (o masoquista) ingenio, así leemos:
¿Quieres lavar dinero sin mancharte las manos? Abre una cuenta empresarial a nombre de “Frutería Sinaloa”, mete los millones como si vendieras mangos, y santas transacciones.
¿Necesitas mover dinero en domingo? No hay problema: la Fintech Narca trabaja 24/7 y no pide comprobante de domicilio.
¿Tienes problemas con el SAT? Únete al cartel, ellos tienen mejores contadores.
Humor con sentido que se pierde en las redes sociales, la idea popular es que muchas veces los delincuentes no esconden el dinero… simplemente lo bancarizan. El narco se ha vuelto tan sofisticado que es más fácil detectar a un político honesto que a una transacción ilegal entre dos empresas fachada.
En México hay bancos que no lavan dinero, pero sí se hacen de la vista gorda. Hay reguladores que no duermen, pero sí dormitan. Y hay criminales que no usan pasamontañas… porque usan traje, corbata y tarjeta platino.
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