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La utopía populista: destruir la riqueza para acabar con la pobreza

Riqueza y pobreza
Riqueza y pobreza

RIQUEZA Y POBREZA ¿ENEMIGOS DE CLASE?

Ocho personas en el mundo tienen más “riqueza” que 3,500 millones de personas. ¿Es eso injusto? Desde un punto de vista eminentemente filosófico, claro que lo es. Solo que quitarles a unos para repartirlo a otros no garantiza que la riqueza mundial, el PIB mundial, crecerá con mayor velocidad y habrá mayor y mejor nivel de vida.

Cuba, Venezuela, Argentina y Zimbabwe son algunos ejemplos de cómo el poder público acabó con la “riqueza” (también capacidad de producción) de pocos, la “distribuyó” entre muchos y… ¡lo lograron!, hoy todos son pobres. Claro, con excepción de los grupos de poder que aplicaron tan brillante solución.

El análisis simplista no reconoce el multiplicador de cada peso de los innovadores y emprendedores y no analiza que esa “riqueza” concentrada, y visible (la de los políticos solo a través de investigaciones periodísticas), genera millones de empleos y, a través de ellos demanda y crecimiento económico. ¿Un trabajador de Microsoft estaría feliz de que le quitaran a Bill Gates su fortuna y la repartieran alegremente solo para mejorar la estadística de porcentajes de riqueza y pobreza? ¿Nos pueden decir cuántos empleos genera Microsoft y cuántos Nicolás Maduro?

Deberías leer: Super Bowl, aguacates… y abrazos caros.

Otra óptica representa la riqueza mal habida, la del crimen y la que no produce. Esa es la verdadera riqueza que acrecienta la pobreza y la que se debería de combatir desde cualquier trinchera. El “derecho de piso se refleja en los precios y empobrece al consumidor, a esa deberían de atender los apologistas “anti-ricos” y no a la que contribuye, en ocasiones de manera más directa que el gobierno (otra “fuente de riqueza” improductiva) que, curiosamente, reparte a diestra y siniestra lo que no generó, por medio de Contratos caros, cuatachismos y “sobres amarillos” (a veces portafolios de piel o cuentas en Andorra).

Blindan Palacio Nacional ante marcha en defensa del INE
Blindan Palacio Nacional ante marcha en defensa del INE

Lo que queremos decir es que, en la discusión sobre la distribución de la riqueza, es crucial comprender que la generación de riqueza no se trata simplemente de quitar a unos para dar a otros. Este enfoque simplista no refleja la complejidad de los procesos económicos y podría generar malentendidos y enfrentamientos sobre la naturaleza de la prosperidad económica.

RIQUEZA, PARA ACABAR CON LA POBREZA

La riqueza se origina, fundamentalmente, a través de la creación de valor, no de su destrucción. Las personas, mediante el trabajo y la innovación, contribuyen al desarrollo de bienes y servicios que satisfacen necesidades y deseos en la sociedad. Muchos migrantes cubanos y venezolanos emprendedores, partiendo de cero en los países de refugio, han reconstruido su riqueza y vuelto a generar empleo y producción.

En cualquier esquema, hay que reconocer que aquellos que aportan más valor a menudo reciben recompensas proporcionales a su contribución, lo que estimula la productividad y la innovación y, en consecuencia, la riqueza.

Hasta China ha reconocido que la iniciativa privada y la inversión son motores cruciales para el crecimiento económico. Los emprendedores asumen riesgos para desarrollar nuevas ideas y proyectos, generando empleo y contribuyendo al aumento de la riqueza colectiva.

Es obvio, entonces que la equidad económica, la de a de veras, no significa necesariamente redistribuir la riqueza de manera igualitaria, sobre todo a los que no trabajan y sí consumen, o a los que cobran por no trabajar, sino garantizar oportunidades justas para que todos participen en la creación de riqueza. Un sistema que fomente la igualdad de oportunidades puede ser más sostenible y es, desde luego, más ético.

LA VERDADERA DISTRIBUCIÓN

La redistribución puede ser necesaria en algunos casos para corregir desigualdades extremas, pero debe hacerse de manera cuidadosa y equitativa. La excesiva redistribución podría desincentivar la inversión y la innovación, perjudicando a largo plazo la capacidad de generar riqueza. Perdón por la reiteración, pero Cuba, Venezuela y Nicaragua son ejemplos patentes.

Cuba, Venezuela y Nicaragua
Cuba, Venezuela y Nicaragua

Aquí, el gobierno desempeña un papel clave en la creación de un entorno propicio para la generación y distribución de la riqueza. Debe establecer regulaciones adecuadas, promover la competencia y garantizar la justicia económica para mantener un equilibrio entre la iniciativa privada, los bienes públicos y el bienestar social. ¿Quién lo hace mejor, Dinamarca o Cuba?

Antes de “redistribuir” indiscriminadamente mediante “programas sociales” que en realidad no lo son, o al menos simultáneamente, se requiere jerarquizar la inversión en educación y formación, ya que es esencial para garantizar que todos tengan la capacidad de contribuir significativamente a la economía. Un pueblo educado y capacitado es un activo valioso para la generación sostenible de riqueza. Sin educación, el destino manifiesto será el aumento en la delincuencia (¿le suena conocido?) y la irresponsabilidad social. ¿Quién lo hace mejor, Suecia o Venezuela?

Hoy todo el mundo habla de “sostenibilidad” (un mundo mejor para heredar a las siguientes generaciones). Pero pocos le dan valor al término que implica considerar no solo el presente, sino también el futuro. Los enfoques a largo plazo que protegen los recursos naturales y promueven la responsabilidad social pueden contribuir a la generación continua de riqueza.

A los modernos ultranacionalistas, por cierto fanáticos de las redes sociales, habría que recordarles que la globalización llegó para quedarse, a partir del internet. Que puede y debe de ser una fuerza positiva para la generación de riqueza; pero debe manejarse de manera responsable para evitar la explotación. Base del resurgimiento Chino, por ejemplo, y garantizar que todos los países participen equitativamente en los beneficios económicos. Esta sería la verdadera distribución de la riqueza, reconociendo ventajas competitivas y universalizándolas para el bien común.

El resurgimiento de China
El resurgimiento de China

Como estamos en tiempos “electorales”, que, por supuesto tampoco generan riqueza ni distribuyen ingreso más que a los amigos de “los candidatos”, no podemos dejar de comentar que es la posibilidad de expresar los verdaderos enfoques. No los demagógicos o chapulineros, sobre la participación activa de la ciudadanía en la toma de decisiones económicas y políticas. Para ello es esencial garantizar que las políticas reflejen las necesidades y aspiraciones de la sociedad en su conjunto. No el interés personal de los falsos profetas de ideales acomodaticios.

La riqueza, pues, no se genera simplemente quitando a quienes la crean para dársela a quienes no trabajan. La verdadera generación de riqueza surge de un equilibrio entre la creación de valor, la equidad de oportunidades. La responsabilidad empresarial y la participación ciudadana, con un enfoque en el desarrollo sostenible y la justicia económica, lástima que la mayoría de los candidatos no lo vea así.

DE FONDO

Adam Smith, considerado el padre de la economía moderna, examina en su obra “La Riqueza de las Naciones”, cómo la división del trabajo, la libre competencia y la búsqueda del interés propio contribuyen a la generación de riqueza. Argumenta a favor de un sistema de libre mercado, destacando la importancia de la autorregulación económica. Se los recomendamos a la multitud de aspirantes a cargos públicos y a los detractores de la riqueza, siempre que no sea la suya, claro.

DE FORMA

Y para los que considerar obsoleto a Adam Smith, aunque no hayan leído su obra, y prefieran un enfoque contemporáneo, recientemente Thomas Piketty, economista francés, se centra en la desigualdad económica y la distribución de la riqueza en su obra “El Capital en el Siglo XXI”. Examina cómo las tasas de retorno sobre el capital y el crecimiento económico afectan la distribución de la riqueza a lo largo del tiempo. Y aboga por políticas que contrarresten la creciente desigualdad, que obviamente no se logra “cazando ricos” o denostando emprendedores.

Adam Smith escribió "La Riqueza de las Naciones"
Adam Smith escribió “La Riqueza de las Naciones”

DEFORME

Un ejemplo en el cambio de percepción de la riqueza nos lo da el candidato triunfador que prometió vivir en un pequeño departamento. Circular sin escolta en un automóvil compacto y juró no tener guardia personal porque a él lo cuidaría el pueblo. ¿Cumplió o…? En realidad hay muy pocos Pepe Mujica que predican con el ejemplo.

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Adalberto Füguemann

Adalberto Füguemann

Economista, conferencista y consultor Asociado y Generador de Alianzas Estratégicas para las firmas Taller Especializado de Arquitectura Mexicana, APLA Consultores, STA Consultores y Esfera