Ícono del sitio Apartado MEX

El Papa del hombre común

Papa Francisco emocionó a miles en la Plaza de San Pedro

Papa Francisco emocionó a miles en la Plaza de San Pedro

Sin duda la noticia que ha sacudido al mundo estos días es la muerte del Papa Francisco. El hecho ha trascendido fronteras, creencias, etc. para ser un acontecimiento de relevancia mundial. Pero ¿por qué ha causado tanto revuelo la muerte del Santo Padre?

Para empezar, estamos hablando que ha fallecido el líder del la religión con más creyentes del mundo con 1.406 millones de personas que profesan esta fe. Además de ser una de las instituciones más poderosas en el mundo, sobre todo en convocatoria y capacidad de difusión de sus mensajes. Esto hace a la Iglesia una institución de sumo interés para todos los países.

Otro aspecto importante es que la Iglesia mantiene una de las misiones más constantes a la hora de evangelizar a los pueblos, lo que genera que se gane enemigos, como son ciertos gobiernos, corrientes políticas, asociaciones civiles, otras formas de fe, etc. Esto pasa en su mayoría por no claudicar con la tendiente idea relativista de la verdad en la que todo esta bien y cada quien tiene su verdad. Entre sus mayores opositores esta la izquierda política radical ejemplificada en grupos políticos pro-marxismo, los promotores de la ideología de género, pero también grupo de extrema derecha como la corriente libertaria donde el factor económico sobrepasa la dignidad humana.

Sin embargo, es aquí donde comenzamos a hablar de la grandeza del Papa Francisco. Con su muerte, comenzamos a ver las señales de respeto, pero también nos tomamos un momento para realmente valorar lo que significó el Papa para la Iglesia en estos tiempos turbulentos.

El Papa fue luz de renovación, oxigenación y nuevos aires para una Iglesia que perdía a mares fieles y no ganaba nuevos en los jóvenes. Su pontificado se vio marcado por la humidad y la sencillez, evitando los excesos y enseñándonos que lo material va y viene porque al final el Reino es de otro mundo.

Igualmente, fue un Papa que hizo todo lo que pudo por acercarse y acercar a los jóvenes la Iglesia y a Jesús enseñándonos (sin cambiar la doctrina) a abrazar en lugar de juzgar como lo hizo Jesús tantas veces en el Evangelio.

Estos logros tan necesario para la Iglesia no fueron fáciles, porque representaron resistencia de muchas personas, pero también la mala intención de sacar provecho de personas contrarias a la doctrina que quisieron en más de una ocasión tergiversar las palabras del Papa para justificar el pecado y el relativismo a conveniencia.

Sin embargo, no hay que olvidar que el mismo nacimiento de la Iglesia fue en persecución y al parecer siempre estará destinada a serlo.

Hoy la Iglesia tiene nuevamente el peso de los ojos del mundo para elegir al nuevo Pontífice, y el mundo parece tener intereses terrenales, políticos y económicos en la elección del Papa. Por ello, la Iglesia debe mantenerse firme y hacer oídios sordos a las “preferencias electorales” de quién debe ser el nuevo pastor de Roma y solo escuchar la voz de Dios, porque si Él elige a través de los cardenales, tendremos el Papa que debe ser.

Para concluir, no queda más que agradecer al Papa Francisco por su legado de humildad y alegría que nos enseña a los católicos que el mundo no es tan complicado, sino que nosotros lo hacemos cada vez más complicado, alejándonos del Jesús carpintero que vino al mundo por amor. Gracia Papa Francisco por enseñarnos otra vez a ver al otro a los ojos con los ojos de Jesús y no con los nuestros porque sin duda hoy, más nunca, hay que entender que la Iglesia es hospital de pecadores y no museo de santos.

D.E.P Papa Francisco I.

Salir de la versión móvil