“El Caníbal de Chihuahua” fue un asesino serial que marcó la historia criminal de México en la década de 1990. Esta nota periodística pretende proporcionar un perfil detallado de Ortega, examinando su historial, modus operandi, motivaciones psicológicas y contexto criminológico, con énfasis en los factores que contribuyeron a sus actos delictivos.
Antecedentes personales de “El Caníbal de Chihuahua”
Gilberto Ortega Ortega nació el 25 de octubre de 1969 en General Trías, Chihuahua, México. Hijo de una relación extramarital entre una mujer y un capitán del ejército mexicano, Ortega vivió parte de su infancia en el estado de Washington, Estados Unidos, donde, según sus declaraciones, sufrió abuso sexual a los seis años por parte de cuatro parientes.
Aunque afirmó haber asesinado a estos agresores, no existen registros en Estados Unidos que corroboren estas declaraciones. Este trauma temprano es un factor clave en su perfil psicológico, potencialmente contribuyendo a su comportamiento violento posterior.
Hilo sobre el asesino serial Gilberto Ortega Ortega, mejor conocido como “El caníbal de Chihuahua” pic.twitter.com/POD7wHtAYU
— Naye (@NayeliReynoso) March 3, 2020
A los 21 años, en 1990, Ortega fue soldado raso en el 25° Batallón de Infantería en Chihuahua, y posteriormente estuvo en Michoacán. En 1993, se dio de baja del ejército y se unió a la Policía Municipal de Belisario Domínguez, de la cual también se retiró tiempo después.
En 1997, se involucró en la campaña política del Partido Acción Nacional (PAN) para la candidatura de José Mario Rodríguez, lo que le permitió acercarse a una de sus víctimas. Ortega tuvo una conducta prepotente y conflictiva. Su conocimiento en armas, defensa personal y estrategias de evasión, adquirido durante su formación militar y policial, facilitó su capacidad para cometer y encubrir sus crímenes.
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Modus operandi de Antecedentes Personales de “El Caníbal de Chihuahua”y crímenes comprobados
Gilberto Ortega Ortega, alias “La Tota” o “El Caníbal de Chihuahua”, recibió una sentencia en 1998 por el asesinato de dos menores: Jaime Espinoza Estrada (11 años) y Adán Durán Leos (13 años). Los crímenes, cometidos en 1997, se caracterizaron por su extrema crueldad.
En el caso de Jaime, Ortega se ganó su confianza mientras el menor repartía propaganda política para el PAN. Lo llevó a las afueras de Chihuahua en su vehículo LTD, lo ató de los pies al vehículo y de las manos a un árbol, y arrancó el auto, desmembrando 1 al menor. En el caso de Adán, un vecino suyo, Ortega intentó violarlo, lo sometió a golpes, lo ató y lo asesinó en un cerro cercano a la ciudad.
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Ortega confesó haber cometido al menos 30 homicidios de niños, afirmando que en 21 casos consumió las entrañas de sus víctimas por placer, inspirado por la película El Silencio de los Inocentes (1988). Sin embargo, solo compurga una sentencia por los dos asesinatos mencionados. Durante su reclusión en el CERESO de San Guillermo, elaboró dibujos detallados de sus crímenes, utilizando su propia sangre para resaltar las heridas, lo que reflejaba su obsesión con la violencia.
En 1995, Ortega es sospechoso del asesinato de una mujer en una gasolinera en la carretera Chihuahua-Delicias, crimen por el cual enfrenta cargos adicionales desde 2021. Este homicidio ocurrió durante un intento de asalto, cuando Ortega disparó a una mujer que dormía en una camioneta.
Perfil psicológico y criminológico
Ortega recibió un diagnóstico de esquizofrenia paranoide, una condición que, según los reportes, lo llevaba a escuchar voces de un ente imaginario llamado “Joel”, al que describía como un amigo desde los cuatro años. Este “Joel” le ordenaba cometer los asesinatos, lo que sugiere un trastorno psicótico que influyó en su comportamiento delictivo.
Su historial de abuso sexual infantil, combinado con su diagnóstico, apunta a un perfil de asesino serial desorganizado con motivaciones psicóticas y sádicas. El análisis criminológico de Ortega lo clasifica como un asesino serial hedonista, específicamente del subtipo “por placer”, dado que sus crímenes estaban motivados por la gratificación personal derivada de la violencia y el canibalismo.
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Su modus operandi refleja una combinación de planificación (como ganarse la confianza de Jaime) y actos impulsivos (como el asesinato de la mujer en 1995). La elección de víctimas vulnerables, como menores, y su crueldad extrema sugieren una profunda desconexión emocional y una necesidad de control y dominación.
Los dibujos realizados por Ortega en prisión, descritos por psicólogos como detallados y perturbadores, son evidencia de su fascinación con la violencia y su falta de remordimiento. El uso de su propia sangre para ilustrar las heridas indica un componente ritualista en sus actos, común en asesinos seriales con tendencias psicopáticas o psicóticas.
Contexto social de Antecedentes Personales de “El Caníbal de Chihuahua”y criminológico
Los crímenes de Ortega ocurrieron en un contexto de alta inseguridad en Chihuahua durante la década de 1990, una época marcada por el aumento de la violencia y la delincuencia organizada en el norte de México. Su pasado como militar y policía le otorgó habilidades que le permitieron evadir a las autoridades temporalmente, mientras que su involucramiento en una campaña política le proporcionó acceso a víctimas vulnerables.
El impacto de sus crímenes en la comunidad de Chihuahua fue profundo, generando terror y desconfianza, especialmente debido a la naturaleza caníbal de sus actos. La falta de 2 pruebas para corroborar los 30 homicidios que confesó ha dejado un aura de misterio y especulación, alimentada por sus propias declaraciones en prisión.
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Situación actual
Actualmente, Gilberto Ortega Ortega cumple una condena de 75 años en un penal de alta seguridad en Morelos, México. En 2021, se reabrió una investigación por el homicidio de la mujer en 1995, lo que podría extender su sentencia. Reportes recientes indican que Ortega se ha convertido al cristianismo y se presenta como un devoto religioso, aunque sigue alardeando de sus crímenes en prisión.
El caso de Gilberto Ortega Ortega, “El Caníbal de Chihuahua”, es un ejemplo paradigmático de un asesino serial con un perfil psicótico y sádico, influenciado por traumas infantiles, trastornos mentales y una fascinación por la violencia extrema.
Su capacidad para integrarse en entornos sociales, como la campaña política del PAN, y su formación militar y policial le permitieron operar con cierta impunidad hasta su captura en 1997. Te invitamos a informarte más sobre este tipo de casos.
El grado de violencia en la comisión de crímenes se incrementa día con día, por tanto, es importante difundir este contenido. Síguenos para mantenerte informado.
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