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Las amigas sanan…

Las amigas sanan…
Grupo de amigas felices

Mientras llego a casa con la vida cargada y mil ideas para la columna, me pongo a pensar en cómo las amigas salvan, y es que he pensado en las tantas veces que la vida me ha tenido en la lona y siempre ha estado una de ellas para levantarme.

En el andar del activismo y el cambio social he visto muchas personas ser atacadas en este camino, personas no reconocidas, sociedades y gobiernos que no tienen un ápice de empatía sobre las violencias, luchas y vivencias que las disidencias pasan.

La amistad, un lazo aparentemente simple, se erige como un bastión infranqueable en la lucha contra las injusticias. En un mundo permeado por el machismo y la violencia, las amigas no solo ofrecen consuelo, sino que se convierten en un faro de resistencia y sanación.

Hoy mientras me daba ese tiempo de convivir con las amigas, recordé que en medio del torbellino de desafíos que enfrentamos, la amistad se erige como una fuerza poderosa, capaz de transformar el dolor en fortaleza. En el tejido íntimo de la amistad con las amigas, encontramos un refugio donde las voces de las mujeres son elevadas, donde la empatía se cultiva y donde la sanación florece.

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Entre la dificultad de maternar, el amor perdido, las frustraciones del trabajo, nos abrazamos en la empatía de no ser juzgadas, en el libre espacio de hablar con confianza, de reír libremente, cierto es que no tengo muchas amigas, pero siempre las mejores, quizás es por eso que valoro tanto su compañía y acompañamiento en los momentos más amargos de mi vida y en los más felices también.

En este mundo donde resistimos distintos señalamientos y violencias, abrazar a las amigas es recordarnos que caminamos solas.

Ellas son como un escudo colectivo que nos protege de las embestidas del patriarcado. Nos respaldamos mutuamente con la firme convicción de que ninguna mujer debe soportar la carga de la opresión en soledad.

La amistad, en este contexto, se convierte en un acto de resistencia. Juntas desafiamos las estructuras opresivas, compartimos nuestras historias y celebramos nuestras victorias.

En este espacio seguro, el dolor se transforma en fuerza, la rabia en acción y la tristeza en solidaridad.

Cuando la violencia y el machismo intentan minar nuestra autoestima, las amigas actúan como espejos que reflejan nuestra valía y fortaleza.

Nos recordamos mutuamente que merecemos un mundo donde nuestras voces sean escuchadas, donde nuestra autonomía sea respetada y donde podamos florecer sin miedo.

Con las amigas encontramos un terreno fértil para el crecimiento personal y colectivo. Apoyamos los sueños de nuestras amigas, celebramos sus logros y ofrecemos consuelo en momentos difíciles.

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Este tejido de apoyo mutuo es esencial para contrarrestar el impacto de un sistema que intenta dividirnos.
Nos apoyamos con la certeza de que la unión de nuestras voces es una fuerza imparable. En cada abrazo, en cada palabra de aliento, estamos construyendo puentes amorosos en un mundo poco empático.

Las amigas son la fuerza transformadora, son los lazos fraternos en los que encontramos no solo consuelo sino también la energía para resistir y sanar.

Las amigas sanan, acompañan y levantan, son cómplices, fuerza y muchas veces resistencia, son ese café o cerveza de la tarde que necesitabas, son ese mensaje que ayuda, esa voz que apoya, pero sobre todo son motor, tanto que en este Cuarto Propio les dedicamos una columna.

Y como deseo aún de enero, que este año te des el tiempo de tomarte ese café que necesitas y te abrace la amistad de las mujeres que sanen, por lo pronto nos leemos en la siguiente columna.

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