Que belleza es el rey de los deportes, que hermoso fue ver a la novena verde ganar el campeonato de la zona sur, antes de iniciar la columna quiero felicitarles a ellos y a la afición que vivió cada juego apoyando, porque el baseball es más que solo un juego.
El béisbol no es sólo un deporte, es una pasión que une a personas de diferentes edades, géneros y culturas alrededor del mundo. Sin embargo, como en muchos otros aspectos de la sociedad, el béisbol no está exento de problemas de género y violencia machista. Y en este cuarto propio vamos a desmenuzar la necesidad apremiante de abordar estas problemáticas en el mundo del béisbol y cómo podemos trabajar juntos para hacer que este deporte sea más inclusivo y seguro para todos.
La violencia de género también ha encontrado un espacio en el béisbol. Ya sea en las gradas, entre los jugadores o en la vida personal de quienes participan en el deporte, las actitudes machistas y los comportamientos violentos hacia las mujeres y poblaciones vulnerables persisten. Es esencial reconocer que el problema no se limita al terreno de juego, sino que se extiende a la sociedad en general.
En los últimos años, hemos atestiguado varios casos de jugadores de béisbol de renombre involucrados en incidentes de violencia de género. Es importante destacar estos casos para mostrar que este problema no es aislado y que afecta a todas las esferas del deporte.
El más reciente el del jugador Julio Urías, lanzador mexicano de Los Angeles Dodgers, de la MLB, fue arrestado por cargos de violencia doméstica el domingo 3 de septiembre por la noche. Pero lo que me parece importante destacar fueron los comentarios sobre el suceso, frases como “lamentable para él”, “es una lástima que se pierda el juego” o notas en medios de comunicación con los datos de su pareja, que muestran como aún nos falta educación y perspectiva de género para abordar este tipo de notas.
El domingo mientras veía coronarse a Los Pericos de Puebla, también era testigo de las dinámicas que en las gradas se producen. Los aficionados al béisbol también tienen un papel que desempeñar en la lucha contra las dinámicas de violencia.
Y es que en lo que comía una deliciosa cemita seguía viendo y viviendo uno de los problemas más evidentes. La persistencia de insultos homofóbicos y ataques personales dirigidos a jugadores, árbitros y fanáticos. Estos comentarios ofensivos no solo son inaceptables, sino que también perpetúan una cultura tóxica en la que la diversidad no se celebra, se ataca. La homofobia y los ataques personales no tienen cabida en el béisbol ni en ninguna otra parte de la sociedad.
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Aún sigo pensando en la forma en la que como afición se busca denigrar e insultar al rival con gritos como: Put*, Negr*, gord*, Chaparr*, ¿de verdad es la mejor manera de apoyar a nuestro equipo favorito? o solo es la forma que no hemos cuestionado. Siempre preferiré creer que es la segunda.
El béisbol tiene el potencial de ser un deporte que refleje los valores del respeto, la igualdad y la diversidad. Para lograrlo, es esencial que seamos conscientes de los problemas de violencia de género, homofobia y sexismo que persisten en el juego y trabajemos juntos para erradicarlos. El béisbol debería ser un lugar donde todas las personas sean bienvenidas y respetadas. Esto sin importar su género u orientación sexual. Si amamos este deporte, debemos luchar por un béisbol más feminista e inclusivo.
Nos leemos en la próxima columna, esperando que Los Pericos sean campeones…
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