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Posted inEl Cuarto Propio

Siempre han existido

Golpean brutalmente a joven en la zona de antros de la Isla de Angelópolis
Golpean brutalmente a joven en la zona de antros de la Isla de Angelópolis Foto: RRSS

La brutal paliza a Ernesto en Puebla no es más que el reflejo de lo que en esta sociedad se sigue viviendo, hombres educados para reaccionar violentamente, producto de estructuras que los han creado: familia, escuela, su clase social.

Lo sucedido el sábado pasado tiene muchas aristas, no sólo la exigencia de la justicia y la vigilancia en zonas específicas de Puebla, tiene como punto la familia que sigue solapando a sus hijos cuando sus actos tiene consecuencias y les protegen de no ir a la cárcel, la sociedad que aplaude a los hombres que defienden su honra mediante golpes, la escuela que les enseña que las clases sociales sí te dan inmunidad y las violencias que se viven y se soportan por parte de novias y mujeres alrededor. 

Me gustaría decirles que la sociedad ha cambiado mucho desde que yo era joven, pero no es así, y aunque escucho a muchos decir que es la culpa de la “generación de cristal”, aún recuerdo que en la escuela en donde iba, un Centro Escolar, existían eventos conocidos como “nos vemos en la terra”, en donde los chicos que se sentían ofendidos por otros chicos retaban a ese chico y sus amigos para resolver el problema A GOLPES.

Así que, la violencia masculina siempre ha existido, solo que no existían las redes sociales que nos mostraran lo que realmente somos como sociedad, y es que esta violencia se produce en un contexto cultural e histórico sexista, que favorece la transmisión de modelos y valores culturales diferentes para mujeres y hombres, creando una fractura social que favorece la aparición de conductas masculinas concretas, basadas en una supuesta superioridad.

Pero como todo en esto, no hay blancos y negros, porque si bien es cierto que hay una genuina exigencia a la justicia; la justicia también esta apegada a la cantidad de dinero que tiene tu familia y lo que puede pagar, y lo digo porque he leído que ustedes creen que refundir en la cárcel a los responsables de la golpiza es LA SOLUCIÓN, y no siempre es así, porque la realidad es que este sistema de castigo no ofrece herramientas para la transformación de la realidad.

No hace falta hacer una investigación exhaustiva del sistema jurídico mexicano para saber que existen altos índices de impunidad y que este funciona a conveniencia de quienes tienen poder –ya sea por estatus, dinero, posición política, etcétera-.

De los pocos delitos que se denuncian aún menos llegan a una sentencia condenatoria. Cuando lo hacen, es después de un desgastante y costoso procedimiento al que deben dar seguimiento las víctimas. Sin embargo, este proceso está lejos de reparar el daño causado y brindarles justicia.

Pero uno de los casos importantes que me he puesto a pensar y quizás es porque como sobreviviente de violencia me atraviesa es aquella de las mujeres o novias que viven con estos hombres que perpetúan la violencia.

Durante muchos años viví en una relación con un hombre violento que “echaba pleito” por todo, que podía golpear a alguien porque era familiar de alguien “con influencias” y que no importaba si iba conmigo porque lo importante era demostrar su “hombría”, imagino como mujeres hemos vivido situaciones iguales en donde “normalizamos” el hecho de que una pareja sea así.

Me queda claro que esto no es parte de la educación solamente, es parte de un sistema completo en el que vivimos, un sistema capitalista que no puede prescindir de la violencia porque su funcionamiento es un proceso que lo destruye todo al explotarlo para producir un excedente de dinero, una plusvalía, capital económico.

Esto no es algo que vaya a dejar de existir, para eso se necesita un gran proceso de deconstrucción y eso se da a través de cuestionamientos constantes que no se dan de la noche a la mañana, sino mediante estrategias que no siempre serán bien vistas ya que requiere que el sujeto salga de la enajenación que se vive dentro de las estructuras capitalistas.

Sin duda el primer paso para salir adelante es la emancipación, que nos permita salir de la enajenación y por ende de su opresión (cuerpo, mente, tiempo), que nos permita empezar a construir otros mundos y otras realidades, mundos en donde el machismo y el clasismo  no maten y violenten,  en donde los cuestionamientos sean constantes y la escucha activa, un mundo, donde otros mundos sean posibles.

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